sábado, 31 de marzo de 2012

ARTÍCULOS PUBLICADOS

Trazos en el tiempo

por Alberto Martínez-Márquez



dedicado a Augusto Marín


Risueño, afable, sencillo. Así lo recuerdo. Reía mucho y nos hacía reír. Siempre tenía alguna ocurrencia a flor de labios. Sus palabras corrían tan rápido como su mente. Imagino que no era así a la hora de pintar. Lo imagino pausado, meditando sobre el lienzo y sobre todo aquello que está fuera del lienzo, capturado por su portentosa imaginación. Si algo lo distingue en su pintura es la mesura de formas y colores. Cierto neocubismo, neoformalismo, neodetodo, se asoman por esos cuadros. Fue todo un innovador. Siempre me llamaron la atención esas figuras solitarias que pintaba, sentadas o recostadas, eternamente meditabundas.

Fue hacia 1986 u 87 que lo conocí. Un tiempo antes había visto una exhibición de sus cuadros en la Galería Oller de la Facultad de Humanidades de la UPR, Recinto de Río Piedras. Se lo comenté cuando tuve la ocasión de verle esa primera vez. Lo felicité. Sus ojos se adelantaron para darme las gracias. Luego, con la familiaridad de los viejos amigos, me contaba una anécdota o un chiste, que ahora no recuerdo. Pero da lo mismo, porque de todas formas su alma era transmisora de incesantes alegrías. Fue en el apartamento de mis amigos y camaradas poetas Rubén A. Moreira y Zoé Jiménez Corretjer donde le conocí. Desde entonces, lo vi en cada actividad de nuestra recién inaugurada revista Tríptico o en alguna tertulia que organizaban Rubén y Zoé.

Me impactó aquel gigantesco cuadro titulado “Fiat voluntas tua”. Es la imagen de un Cristo que se confunde con el madero. Umbroso y mayestático. Es una oda contumaz a la religiosidad del ser humano.
En 1990 me fui para los Estados Unidos. Cinco años después yo regresaba a la isla cargado de utopías. Me lo encontré en la ya desaparecida librería Thekes en Plaza Las Américas. Fue él quien me reconoció. Hasta recordó un incidente gracioso que me sucedió durante la exhibición del artista Jorge Zeno unos años antes. Así era Tuto. Un fuerte apretón de manos selló la despedida. A mi día le siguió un torbellino de buenos recuerdos.

Descansa en paz Augusto Marín.

ENTREVISTAS

Entrevista al escritor Alberto Martínez Márquez

Alberto Martínez-Márquez: La crítica debe forzar el cuestionamiento de los órdenes culturales y establecer propuestas alternativas para que ésta sea una mejor sociedad.
  • Taty Hernández
  • Poeta y crítica dominicana
Muchos de los que reciben, en sus bandejas de correo, su “Poeta Invitado/a de la Semana” se refieren a Alberto Martínez-Márquez -Puerto Rico, 1966- como “el Profesor”. Su accionar va mucho más allá que impartir clases de Humanidades, Literatura, Historia y Cine en el Departamento de Humanidades en el recinto de Aguadilla de la Universidad de Puerto Rico. Entre otras cosas es poeta, narrador, ensayista, dramaturgo, antólogo y crítico literario. Recientemente ha sido elegido para presidir el capítulo puertorriqueño del PEN Club una organización literaria que reúne a destacados escritores a nivel mundial.
Con Alberto Martínez-Márquez dialogamos sobre la ruptura de esquemas en la escritura y su percepción sobre el presente y el futuro de la literatura en Puerto Rico, la crítica literaria y la literatura en Internet.
TH: Te consideras un heterógrafo…

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AMM: Ciertamente. He acuñado este término, heterógrafo, heterografía, porque en él se basa mi escritura poética, mi acto creativo… El mismo proviene de dos vocablos griegos: Heteros, que significa lo otro y grafos que se define como escritura. Un heterógrafo es aquél que accede a lo que es diverso y divergente. En esto se cifra el universo plural de la palabra. Lo contrario sería una ortógrafos: orto, recto; grafos, escritura: el que escribe rectamente, unidimensionalmente… Por eso en mi poesía, como también sucede con mi narrativa y con mi teatro, hay una resistencia a seguir un patrón definido, formalmente y en términos del contenido, pues ya la temática es otra cosa. Nunca encontrarás dos poemas iguales, pues la búsqueda de expresión de esa diversidad y divergencia, de esa otredad imperiosa que se multiplica en el acto creativo, lo impide.
TH: Hablas de diversidad, divergencia en la expresión. ¿ Quiere decir que rompes esquemas?
AMM: Sí. Es parte de mi herencia vanguardista. Claro, que siempre he experimentado con la estructura del poema desde que comencé a escribir. Pero la ruptura con la sintaxis, con la cárcel de las reglas gramaticales, la tomé de las vanguardias de comienzos de siglo XX, de Apollinaire en adelante. Incluso Ezra Pound fue un modelo que tuvo gran impacto en mi poesía. Leí con suma fruición Los cantos, más por la arquitectura del verso y la construcción de su lenguaje poético que por su propio contenido. Yo no entendía lo que Pound escribía en términos del mensaje, pero sí creí entenderlo perfectamente en términos de la ruptura formal y estilística.
TH: ¿Por qué escribes?
AMM: Me llamó la atención que en una entrevista le preguntaran lo mismo a Italo Calvino, y que él contestara que escribía para dar un orden y una dirección a las palabras. Yo escribo para destruir la función consuetudinaria del lenguaje; escribo para patear al burgués; escribo para pervetir; escribo para dar qué pensar o no dar nada qué pensar; escribo para escribirme a mí mismo, y hasta la fecha el autorretrato que hago de mí con palabras es bastante chueca, dislocada, deforme. Y eso me gusta. De otra manera, si escribo para referir las cosas tal y como son, entonces sería un poetastro, un patanatas. En resumidas cuentas, escribo, porque me gusta hacerlo, y es lo único que sé hacer bien (con excepción del amor)…
TH: ¿Cómo percibes el presente y el futuro de la literatura en Puerto Rico?
AMM: Cuando regresé definitivamente a Puerto Rico en 1995, luego de haber vivido y estudiado en los Estados Unidos por espacio de cinco años, descubrí un panorama cultural desolador. Yo había salido en 1990, en plena apoteosis cultural. De hecho, 1992 marcó un año extraordinario para todo tipo de artista. Pero luego vino un marasmo tremendo, creado por la situación política, que fue agravándose hasta que en 1995 parecería como que no había mayores opciones. No veía mucho futuro a las letras en el país, en nuestra nación. No obstante, ese panorama fue cambiando y fui conociendo a los escritores más noveles. Eso me entusiasmó muchísimo. De pronto, a partir de 1998, hubo una especie de explosión, y comenzaron de nuevo los recitales, las exhibiciones, las presentaciones, etc. Claro, yo estoy generalizando bastante. Ahora mismo hay una figuras jóvenes importantísimas en la poesía como Guillermo Rebollo Gil, Yara Liceaga, Julio César Pol, Iris Figueroa Cardona, Uroyoan Noel, Noel Luna, Raúl “Gorras” Morris, Jorge Acevedo, José Raúl González (Gallego), Eddie Ortiz Schiaffino y Jeannette Becerra. En la narrativa están unos escritores geniales como Pedro Cabiya (que también ha escrito excelente poesía), Max Resto y Juan Carlos Quiñones, alias Bruno Soreno. Gallego, Uroyoán, Guillermo, Iris, Noel, Eddie y Jeannette tienen libros publicados. “Gorras” tiene publicado un CD que contiene sus poemas recitados. Hay que ver a este tipo en acción. Su Ópera Rap es fascinante. En la poesía hay un regreso a la oralidad. Eso lo he conversado con el propio Gorras Morris. No sé cómo le podemos llamar a esta joven generación; mucho más joven que yo, con todo y mis 36 años. Su escritura me atrae porque de una u otra forma tienen puntos de contacto con mi propia poética. Hay otro joven poeta, su nombre es Jomi (José Miguel Curet) y en estos momentos se encuentra estudiando fuera del país. Acaba de publicar un libro artesanal titulado De visita: simples rutina, que es excelente. Se nota un trabajo disciplinado con la palabra. Oiremos más de él en un futuro. Quiero hacer un comentario sobre Yara Liceaga. Esta poeta ha publicado mucha poesía en revistas y suplementos culturales. También ha circulado sus poemas por Internet. En algún momento nos sorprenderá con un buen libro. Muchos poetas y críticos estamos esperándolo.
TH: ¿Y Mayra Santos Febres o Etnairis Rivera?

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AMM: Etnairis Rivera, que es una buena amiga y una extraordinaria poeta, es ya una figura legendaria, canónica. Por tanto, cualquier libro que ella publique siempre tendrá aceptación por parte de la crítica, de los lectores y de los propios poetas. En lo que a Mayra Santos se refiere, se trata de una poeta más joven que Etnairis. Junto a este servidor Mayra Santos forma parte de la Generación de Poetas de los Ochenta. En el año 2000 publicó un excelente libro de poesía que pasó lamentablemente sin pena ni gloria por la crítica literaria puertorriqueña, que mantuvo un silencio que yo no me esperaba pues en ese año ella había publicado la novela que la catapultó internacionalmente: Sirena Selena vestida de pena. El poemario al que me refiero se titula Tercer mundo y fue publicado por Trilce Ediciones de México. Fíjate, es una pena, porque Mayra se inició precisamente en la poesía. La crítica elogió sus primeros dos libros, luego vinieron los libros de cuento, igualmente elogiados y después la novela, que ha abierto un camino para muchos escritores de Puerto Rico en el plano internacional. Uno esperaría que su tercer libro de poesía sea igualmente recibido, pero la crítica guardó silencio. Como dato curioso, Etnairis, Mayra, Mario Cancel y yo fuimos premiados por el Pen Club en su edición para libros publicados en el 2000. Etnairis recibió una mención por El viaje de los besos, Mayra el primer premio de novela por Sirena selena.. y Mario y yo el primer premio de antología de poesía por El límite volcado: antología de poetas de los ochenta, donde también figura Mayra como poeta.
TH: ¿Cuál es el rol que ha desempeñado la generación del 80?
AMM: La Generación de Poetas de los Ochenta en Puerto Rico realmente puso en función la multiplicidad de temas y formas escriturales que los poetas de los 70 propugnaron pero que no pusieron en función a cabalidad. Con sólo mirar El límite volcado: antología de poetas de los ochenta, que preparamos Mario Cancel y yo, y que fue editado por Isla Negra, uno se topa con una diversidad de dicciones poéticas, de formas escriturales, de temas. El 70 se opuso a la poesía militante, y trajo una propuesta de apertura, que como ya indiqué estuvo bastante limitada. El 80 es la primera Generación que no se opuso a nada. De hecho, tomaron al 70 como punto de partida. Eso es un momento importantísimo en la poesía puertorriqueña. El 70 fue una influencia para la gente del 80, y la gente del 80 se desplazó a zonas donde los poetas del 70 no habían llegado.
TH: ¿Cuáles criterios utilizaron tú y Mario Cancel para realizar la antología El límite volcado?


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AMM: Cuando Mario y yo decidimos hacer la antología, ya teníamos una idea de quiénes la iban a componer. Nosotros fuimos poetas activos en los 80, Mario en el área Oeste de Puerto Rico, y yo en la Zona Metropolitana, y continuábamos siéndolo cuando nos conocimos en 1997, porque seguíamos escribiendo. Lo que hicimos fue acercarnos a esos poetas con quienes compartimos, y ellos nos respondieron. En el trayecto descubrimos al poeta Juan González Mendoza, que no había publicado nada, nunca. Pero cuya poesía fue escrita durante esa década y en cuanto a lo formal, lo temático y el contenido, tiene unas afinidades tremendas con la poética de los 80. A Juan lo incluimos como un ejemplo del poeta escondido que es preciso rescatar.
TH: ¿Confías en la literatura en Internet? ¿Por qué?
AMM:Con respecto a esto, sólo tengo que decir que hay excelente, buena, deficiente y malísima literatura circulando en el ciberespacio. Lo único que uno tiene que hacer es ser selectivo y escoger de acuerdo a los criterios estéticos que uno tenga. Pero definitivamente la Internet ofrece una oportunidad a los escritores que ningún medio informativo y tecnológico podía ofrecer hace quince años atrás.
TH: Estás haciendo una excelente labor de difusión utilizando la red de Internet esto me induce a cuestionarte si piensas que acrecienta las oportunidades de los escritores y escritoras. Si es así, ¿en qué sentido?
AMM: Internet te conecta con el mundo ipso facto. Es una forma de proyectarte en otros ámbitos, en otras latitudes, en otras regiones del mundo donde nunca antes pensaste llegar. Yo me he encargado de servir como difusor de escritores de lengua española, de la misma manera que otros escritores y activistas culturales se han encargado de difundir mi obra. Es una labor recíproca, como toda labor cultural y literaria debería ser. Internet es una utopía funcional, no exenta de fallas y de errores, pero está funcionando y he podido ver sus frutos. Ahora llegan muchos mensajes a mis diversas cuentas de correo electrónico, pero también ha aumentado el volumen de mi correo regular con el envío de libros, revistas y comunicación varia de escritores de Argentina, República Dominicana, España, Estados Unidos, Ecuador, etc. Incluso de otras partes de la nación puertorriqueña.
TH: ¿Cómo concibes la crítica literaria?
AMM: La crítica literaria puede operar de dos formas: reducirse al entorno académico; obtener una mayor difusión creando amplios espacios opinantes. En ambas, la tarea de la crítica es vital, pues ofrece claves para la interpretación de textos e incluso puede estimular a un público lector. A mi entender, la crítica debe forzar el cuestionamiento de los órdenes culturales y establecer propuestas alternativas para que ésta sea una mejor sociedad.
TH: ¿Es paternalista la crítica literaria en Puerto Rico?
AMM: En estos momentos la crítica literaria en Puerto Rico, fuera de la academia que es otra cosa, es casi inexistente. Aún así, dentro de la carencia de críticos, continúa imponiéndose una crítica de corte paternalista en tanto y en cuanto quiere apadrinar a ciertos escritores y a ciertos grupos. Nosotros, los de la Generación de Poetas de los Ochenta, fuimos vilmente vapuleados en un escrito de Carmen Dolores Hernández, crítica “oficial” de Puerto Rico desde el diario de mayor circulación. Ella se ha encargado de dar mayor relieve a algunas de las figuras jóvenes como si con ello nos echara tierra encima. Sin embargo, como tenemos muy en cuenta lo que hay detrás de todo esto, no nos hemos ensañado en lo más mínimo con estos escritores, ellos no tienen la culpa de que alguien nos quiera indisponer. Al contrario, hemos mantenido unos canales de comunicación y colaboración muy abiertos. Lo que me parece óptimo y productivo.




Entrevista a Alberto Martínez Márquez


Por Andreu Navarra

martinez-marquez.jpgAlberto Martínez es profesor de literatura pero tiene la mirada del cow-boy que vigila desde lejos su rebaño de reses dispersas. Es una mirada poco isleña, si se me permite, una mirada de grandes extensiones, de alta mar, de estepa o tundra. Dirige el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, y no dudo de que es el director de departamento que todos hemos soñado tener: cachondo, hospitalario, dadaísta, exigente, detallista, tranquilo, modesto. Me consta que el paisaje que le rodea le suscita profundos sentimientos. Se trata de un poeta inquieto, metido en un cuerpo de boxeador.

Con la conmovedora amabilidad que le caracteriza ha accedido a responder esta entrevista:

Naciste en 1966 en la ciudad de Bayamón. ¿Qué significa para ti y para los puertorriqueños este lugar?
Bayamón para mí es muy importante, no sólo porque es el lugar donde nací y pasé una parte significativa de mi vida, sino porque constituye el topos genésico de mi poiesis. Mis temas principales: el tiempo, la muerte, la angustia existencial, el pólemos y la ciudad, nacieron esencialmente de mi experiencia bayamonesa durante la mediana adolescencia. Esta ciudad, con su eterno problema de congestión de tránsito (el famoso ‘tapón bayamonés’) y su mezcla abigarrada de espacios y seres urbanos, ofrece una fuente inagotable de creación. Aparte de la opresiva urbanidad que representa para la mayoría de los puertorriqueños, considero a Bayamón una sublime experiencia de lo demónico.

Tu poesía ha sido calificada de “deconstrucción del cosmos” y “acto ludista”. ¿Cómo definirías tu poética, si es que la tienes, la has tenido o la pretendes?
Mi poética es en sí un re-nombrar de las cosas, un re-descubrir el yo interior del sujeto confrontado con su lebesnwelt o mundo de la vida. Entenderla como una “deconstrucción del cosmos” es también verla como una poética que tiende a develar las realidades ulteriores que subyacen en la el diario vivir y en el plano de la consciencia. No creo que mi poesía sea un acto lúdico en sí misma, pero sí está compuesta en ocasiones de instancias lúdicas, del mismo modo que posee instancias agónicas, donde la palabra se encuentra en constante lucha con los significados. Por eso hay en mi poesía eso que denominaría “valor de estremecimiento.” Por eso, yo pretendo sacudir, más que complacer.

Tanto Las formas del vértigo (Isla Negra, 2004) como Frutos subterráneos (Isla Negra, 2007) son colecciones de libros. ¿Por qué operas de este modo y no publicas tus cuadernos de forma asidua e independiente?
La publicación de mis poemarios formados a su vez por poemarios o cuadernos de poesía autónomos, es un proyecto cronológico que me propuse. Cada uno de esos libros está compuesto por un conglomerado particular de colecciones de poemas, escritos en determinado periodo y en un determinado lugar (o varios lugares). Comencé con la publicación de Las formas del vértigo, escrito en Bayamón y Río Piedras, porque entendía que se trataba de unos conjuntos de poesía madura y lograda. Ese primer poemario registra mis años de formación consciente como cultor de la palabra y mi participación activa en la escena literaria de mediados y finales de la década de 1980. De ese período destaca mi participación en el colectivo-revista Tríptico, del que fui miembro fundador, que fue tuvo un rol cardinal en la consolidación de la Generación de los ochenta en Puerto Rico. Ése es el contexto que enmarca la producción de este poemario que estaba pautado para publicarse en 1990 bajo el sello de Tríptico, y por razones de variada estirpe vino a salir en el 2007, afortunadamente bajo la editorial Isla Negra.

Escribí Frutos subterráneos cuando residí en los Estados Unidos por espacio de cinco años (1990-1995). El libro no es una de esas “memorias” del exilio voluntario o un registro de la experiencia latina en suelo estadounidense a la que usualmente está supeditada gran parte de la literatura escrita por personas de ascendencia hispana. Frutos subterráneos está más allá de las circunstancias representacionales y el signo identitario. Se trata de una colección de cuatro cuadernos que trabaja el tema del desarraigo y el pólemos del yo bajo otros códigos y otros lenguajes menos convencionales y mercadeables.

Publicar de esta forma cronológica no ha afectado la vigencia de mi dichtung poético, de mi escritura. Ha sido interesante ver cómo muchos poetas más jóvenes que yo se han acercado a mi poesía. Incluso, lectores tan diversos se me han acercado para decirme que mi poesía les atrae por la diferencia que porta con relación a otros modos actuales de hacer poesía.

¿Crees que ganar el Premio Pen Club de Puerto Rico te consagró? ¿Eres consagrable?
Más que consagrarme, el Premio del Pen Club ayudó a validar a una generación de poetas que los críticos e historiadores de la literatura más notables de mi país estaban renuentes a aceptar. El límite volcado: antología de la Generación de poetas de los ochenta, que publiqué en colaboración con Mario R. Cancel, y que recibiera el premio a la mejor antología del año 2000, fue un trabajo arduo; puesto que no es tarea fácil reunir a una treintena de poetas tan disímiles. También fue un trabajo arriesgado, porque la mayor parte de los poetas incluidos eran, hasta ese momento, prácticamente desconocidos para gran parte de los críticos y de los lectores. Un caso notable es el de Edgar Ramírez, que venía publicando en revistas universitarias desde finales de los años 70. La publicación de El límite volcado proporcionó una mayor exposición a los poetas ya conocidos como Edgardo Nieves Mieles, Mayra Santos Febres y Rafael Acevedo y catapultó a desconocidos como Kattia Chico, Edgar Ramírez Mella, Eduardo Lalo e Iván Figueroa, entre otros. El premio del Pen Club fue una manera de reconocer a esa generación perdida y soterrada que éramos los del 80.

Sobre si soy consagrable o no, es algo que determinará el tiempo. Yo sólo aspiro a escribir bien y dejar una huella en la historia literaria de mi país. Hasta la fecha, me complace compartir con muchísimos poetas puertorriqueños de generaciones anteriores a la mía y con los poetas más jóvenes. En ese compartir nos consagramos todos.

En tu apartamento guardas unos curiosos libros-objeto que confeccionas tú mismo. Cuando recitas en público sacas uno de esos enormes libros y parece que amenazas hasta a los dioses. ¿Cómo se te ocurrió? ¿Crees que un buen poeta ha de ser un buen performero?
Por mucho tiempo guardé libros-objetos de otros. Tengo libros del chileno Juan Luis Martínez, del dominicano Pastor de Moya, del guatemalteco Francisco Nájera y de los puertorriqueños Joserramón Melendes y Mayda Colón. Esos son libros-objeto bien pensados y confeccionados.

Mis libros-objeto, en cambio, son demasiado ordinarios, malformados, y carecen de artisticidad, si se me permite el neologismo. Son adefesios enormes y grotescos. Me fascina esta informidad. En los recitales de poesía llaman mucho la atención por su tamaño y su forma, al igual que los títulos que llevan y los objetos que están adheridos a ellos. Se me ocurrió la idea de prepararlos cuando mi querido amigo y camarada poeta, Pastor de Moya me regaló en la Feria del Libro de Santo Domingo de 2001, un ejemplar de Alfabeto de la noche, que es un libro confeccionado a mano. Como nota interesante, una vez pegué de la contraportada del más grande una serie de informaciones sobre antidepresivos para adolescentes y me llevé el libro para un recital con unos poetas españoles, éstos terminaron arrancando la información del medicamento. Acabaron con la contraportada y tuve que rehacer el libro.

A mí me encanta leer poesía y creo que un buen poeta que sabe leer bien su poesía puede llegar a recrearla performativamente. El performace ofrece al espectador una dimensión distinta y alterna de lo que es una lectura silenciosa o de una simple lectura oral, porque su dinámica excede la palabra dicha. Los gestos, las entonaciones, las inflexiones, los actos, las miradas, los silencios, todo ello hace que el poema se transmute en un signo que se multiplica.

¿Qué crees que le falta o le sobra a la literatura puertorriqueña actual?
Faltar o sobrar en una literatura es algo relativo. Al menos en términos de la actual producción literaria en Puerto Rico me parece que aquél exceso de temas sobre la identidad nacional ha comenzado a mermar (por fortuna). Por lo tanto, entiendo que la dinámica cultural a través del tiempo va regulando los temas y las formas.

Lo que puede suceder es que le falte o le sobre algo a los autores que hacen literatura. Creo firmemente que a muchos escritores les hace falta conocer más de su propia tradición literaria. Una parte significativa de la literatura nacional está en el abandono. Hay libros que merecerían la pena reeditarse. La obra de un gran novelista y poeta como lo fue José de Diego Padró, quien fue un antipoeta avant la lettre. De igual manera, la poesía de Carmen Alicia Cadilla o de Julio César López. Los cuentos de Josemilio González nunca se han recogido en un volumen y los de Violeta López Suria duermen el sueño de los justos. Gran parte de los escritores noveles desconocen la gran literatura nacional que le precede. Me da vergüenza reconocer este hecho.

¿Hay algo que te desagrade de Puerto Rico?
Me desagrada el culto excesivo al consumismo, derivado del sistema de dependencia colonial, y la extrema violencia que arropa al país. Ésta última está acabando con toda una generación de jóvenes varones.

¿Qué música escuchas?
Me gusta la Salsa, el Jazz, la música brasileira en todas sus manifestaciones y la música lounge. En estos momentos estoy, como dicen en la calle, “jukiao” con la música lounge en sus variantes de downtempo, broken beat, chill out, house, chill house, etc. Me parece una música muy elegante y edificante. He tenido deseos, incluso, de convertirme en disk jockey e ir a clubes para difundirla.

¿Por qué te atrae la obra de Álvaro Cunqueiro?
La obra de Cunqueiro me atrae terriblemente por su uso del anacronismo. Me recuerda un poco las novelas “históricas” del puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá. En Cunqueiro se da cita toda una amalgama de personajes exóticos. Su trabajo con el lenguaje también expresa ese anacronismo, tanto en gallego como en español. Una de mis novelas favoritas es, sin lugar a dudas, Un hombre que se parecía a Orestes. Lo que me fascina de esta novela es que la venganza no puede consumirse. Orestes ha gastado su vida fraguando una venganza que ejecutarla luego no tiene mayor consecución. Otra novela de Cunqueiro que me gusta es Cuando el viejo Simbad regrese a las islas. De igual manera, disfruto las historias de otro insigne gallego, Rodríguez Castelao.

¿Qué piensas de España y su cultura?
Habría que hablar de todas las Españas de España e igualmente de las culturas españolas. No he tenido la fortuna de viajar a España (claro, no he viajado ni siquiera a Europa). Lo que conozco de España es por lo que he leído en revistas, libros e internet y por lo que he visto en videos y la tele. Tendría que dividir mi contestación, hablando de la música, la literatura, el arte y el cine, que es lo que me interesa sobremanera.

En la música está Joaquín Sabina, que es un ídolo para mucha gente en Puerto Rico. Pero también me gusta Pedro Guerra e Ismael Serrano por la letra de sus canciones. Hace un par de años un compañero profesor me trajo un disco de un grupo llamado los “Mojinos escozíos,” que me parece que son andaluces. Me fascinaron por su irreverencia. Por otro lado, siendo la música lounge mi predilecta, me agrada mucho escuchar las colecciones de esta música que se presenta en Ibiza.

Sobre la literatura, es tanto lo que podría decir que llenaría un tomo enciclopédico. Me limitaré a mencionar algunos nombres relevantes. La literatura del Al-andalus, particularmente a Ibn Arabi e Ibz Zaydún, que fueron grandes poetas e intelectuales de su tiempo, me atrajo por lo sensual de la palabra. Del Siglo de Oro destaco a Góngora, a Quevedo y a Cervantes, quienes forjaron un lenguaje distinto en sus respectivos géneros. Los primeros dos influyeron mucho en mi poesía inicial. De ahí salto a finales del siglo XIX con Miguel de Unamuno y Antonio Machado, que fueron son figuras del período que aún releo. De igual modo, disfruto la poesía de Juan Ramón Jiménez y de poetas del 27 como García Lorca, Aleixandre y Cernuda. Es preciso mencionar a J.V. Foix, Josep Carner, Joan Brossa, José Hierro, Valente, Félix Grande y Pere Gimferer, creadores de una poesía muy original y versátil.

Sobre el cine, me gustan las películas de Buñuel, Almodóvar, Vicente Aranda y Alex de la Iglesia, que han destacado por romper con los convencionalismos. Sobre el arte español menciono a tres grandes pintores de la abstracción que me seducen grandemente: Joan Miró, Antoni Tapiès y Esteban Vicente.

Háblanos de tu etapa como doctorando en Stony Brook. ¿Qué puede aportar o cercenar una estancia en Estados Unidos?
El tiempo que cursé estudios en el Departamento de Estudios Comparativos la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook fue muy revelador para mí por varias razones. Primeramente, como estudiante de literatura comparada tuve la ocasión de adentrarme en unas zonas de la teoría crítica que ayudaron a expandir mis horizontes interpretativos. Tuve excelentes profesores como Román de la Campa, Louise Vasvari y Krin Gabbard. En segundo lugar, como creador, pude acercarme más a escritores y escritoras de todas partes, tanto de Hispanoamérica, como del mundo entero. De manera que se me hizo relativamente fácil acceder a los poetas surrealistas argentinos y chilenos, de los cuales había podido leer algo mientras me encontraba en Puerto Rico. No obstante, ya no se trataba de muestras antológicas, sino de la obra completa de esos escritores. Del mismo modo, pude acceder a gran parte de la obra de poetas y narradores brasileños y portugueses, particularmente la obra de Carlos Drummond de Andrade y de Fernando Pessoa. En tercer lugar, durante mi estadía en Stony Brook, además de la poesía, tuve tiempo para el escribir narrativa y teatro. Para ese tiempo, el narrador peruano radicado en Nueva York, Isaac Goldemberg, me publicó un relato en la revista Brújula/Compass.

Mi estadía en los Estados Unidos aportó muchísimo a mi enriquecimiento cultural. Descubrir diversas manifestaciones de la cultura estadounidense en el área de las artes plásticas, la música, la literatura y el cine es un estímulo al deseo de comprender una nación con la que existe una relación de domino colonial en mi país. Ver otro aspecto de esa cultura, más allá del deseo de rechazo o asimilación, es más que saludable. Al mismo tiempo, esa experiencia de estudios me ayudó a mirar mi puertorriqueñidad desde la distancia. Ciertamente amplió mis perspectivas en la valoración de lo propio.

¿Qué es para ti Aguadilla?
Aguadilla es el lugar donde he encontrado mi habitar, en el sentido que le confiere Heidegger. Es mi centro, vivencial y espiritualmente.

¿Qué te sugieren los siguientes nombres?
APOLLINAIRE: entusiasmo
CÉSAR VALLEJO: pesimismo
CANTINFLAS: nostalgia
MADONNA: comodificación
HUGO CHÁVEZ: sentimientos mixtos
DERRIDA: deconstruirme
JOSÉ LIBOY: desconocerme
HERNÁN CORTÉS: soberbia
ISABEL LA CATÓLICA: mala leche
KARL MARX: praxis
PAUL AUSTER: desnudar la ciudad
PABLO NERUDA: poetizar al máximo
TRISTÁN TZARA: aventura
ANDRÉ BRETON: soñar
NIETZSCHE: criticidad
RUBÉN DARÍO: aburrimiento
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: éxtasis

Añadiré dos nombres:

PESSOA: universo
JULIO CÉSAR LÓPEZ: minimalismo puro

Si menciono a este último es porque fue mi gran mentor poético, entusiasta de mi poesía y maestro en el arte de la brevedad.

Para terminar: ¿Qué le dirías a un alumno joven que hubiera perdido la fe en los libros y las palabras?
Le diría que lea lo que nadie le ha permitido leer o sobre aquello que le fascine. Si es un alumno joven que hubiese deseado ser escritor y haya perdido toda esperanza en los libros y en las palabras, le diría que falta mucho por escribir porque el comienzo de un escritor siempre viene a través de lo que lee. Yo acuñé un aforismo que he referido en algunas entrevistas y lo repetiré aquí: Todo escritor es la suma de sus lecturas.

Muchas gracias por tus respuestas. Esperamos que muy pronto te decidas a seguir publicando tu obra y por fin visites Europa, donde se te necesita.

EDITORIAL ISLA NEGRA




Editorial independiente fundada en San Juan de Puerto Rico en 1992 con el propósito de difundir la literatura alternativa caribeña contemporánea.



Mensaje del editor

Fundada en 1992 la Editorial Isla Negra busca editar, publicar y difundir la literatura hecha en el Caribe, sobre el Caribe y por el Caribe que tanto en su forma como en su contenido representa una alternativa "impredecible" a la, muchas veces, "predecible" literatura canónica. Hoy en día, se han sumado, a este proyecto, otros escritores del entorno latinoamericano y europeo que han ampliado nuestros horizontes editoriales y culturales.
Pese a publicar literatura no muchas veces comercial, aunque culturalmente significativa, la Editorial Isla Negra cumple más de 18 años de exitosa presencia gracias al continuo apoyo de amigos, lectores, escritores y libreros que participan en la dinámica de lo que hemos llamado la economía de la solidaridad. La Editorial, además, cuenta con otros colaboradores voluntarios como: pintores, escultores, diagramadores, traductores, profesores, críticos, cineastas, correctores, distribuidores, periodistas y fotógrafos, entre otros, que enriquecen nuestros ofrecimientos editoriales.

Finalmente, una invitación: si eres profesor, considera exponer a tus estudiantes a las publicaciones de la Editorial Isla Negra y recomendarlos a otros colegas en tu facultad; si eres librero, ábrenos un espacio que permita ofrecer una nueva experiencia a tus clientes; y si eres lector, degusta el placer del texto a través de nuestra literatura alternativa.

Un abrazo solidario,

Carlos Roberto Gómez Beras


ARTESANO

Alberto es artesano diseña y crea joyería y artículos con  semillas, madera y desechos del mar.















TEATRO

DRAMATURGO

Su pieza teatral "Harry y la gorda" ha sido incluida en Expresiones: muestra de ensayo, teatro, narrativa, arte y poesía de la generación X, publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (2003).

EL LÍMITE VOLCADO: ANTOLOGÍA DE LA GENERACIÓN DE POETAS DE LOS OCHENTA (Isla Negra: 2000).








“Esta Antología es una muestra muy representativa de esa otra poesía que hasta ahora era desconocida para muchos.”

Wanda Cosme, Díalogo

“El tomo es una oportunidad para inaugurar la reflexión sobre las continuidades en la poesía de P. R. a partir de la valoración de un grupo de los autores más representativos de la generación de los 80, llena de ecos y ruptures epocales, pero también marcada por indudables aciertos estéticos y una envidiable intención de trascender.”

Luis Beiro, El Listín Diario

“Los antólogos han conseguido con esta antología de la generación del 80 poner en las manos el lector un trabajo extraordinario.”

Nelson del Castillo, Primera Hora

“Antología necesaría por el momento histórico puertorriqueño en que se produce, porque viene a darle cuerpo y forma de libro a un conjunto de voces que iniciaron su producción creativa en una década de graves descenlaces o cuestionamientos politicos y sociales que venían cuajándose con mucha anterioridad.”

Quetzal Acosta, La Estrella de Puerto Rico

Esta Antología de poetas de los ochenta es un intento de abrir un debate silenciado desde hace tiempo en la literatura puertorriqueña. Por una parte, ante la Generación de poetas de 1960, verdadera maestra en el mundo de la literatura de compromiso con la palabra y la acción. Por otro lado, con la Generación de 1970 que ha sido el eslabón entre aquéllos y nosotros. La Generación del 80 es, en consecuencia, la imagen de una obra poética madura y un testimonio creativo que espera respuestas. La invitación a evaluar las continuidades entre aquel pasado inmediato y el 1980 no debe impedir que también seamos capaces de aceptar las distancias, las simas y las rupturas que, como hijos de la historia inmediata, transforma nuestro lenguaje en un reto abierto y en una volátil voluntad de hacer.
Mario R. Cancel nació en Hormigueros (Puerto Rico) en 1960. Es autor de libros de poesía, relatos, historia y crítica literaria desde principios de la década de 1980. Actualmente se desempeña como profesor de historia y humanidades en la Universidad de PR en Aguadilla y completa su doctorado en historia en el Centro de Estudios Avanzados de PR y el Caribe en el Antiguo San Juan. Alberto Martínez-Márquez nació en Bayamón (Puerto Rico) 2n 1966. Ha publicado poesía, cuentos, ensayos y crítica literaria en revistas de PR, Estados Unidos, República Dominicana y España. Realizó sus estudios doctorales en el Departamento de Estudios Comparativos de la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook. Actualmente se desempeña como profesor en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

BIOGRAFÍA



Alberto Martínez-Márquez nace en Bayamón, Puerto Rico, en 1966. Poeta, narrador, artesano, ensayista, dramaturgo, editor y activista cultural. Cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, donde obtuvo su grado de Bachillerato en Artes en 1989, concentrándose en Estudios Hispánicos. En 1990 recibió la beca Burghardt W. Turner para proseguir estudios graduados en Literatura Comparada en la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook, de donde recibió el grado de Maestría en 2001. En esa universidad dictó cursos de Humanidades y Literatura. En 1995 regresó a Puerto Rico para laborar como profesor del Departamento de Estudios Hispánicos en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. Desde 1997 labora como profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, donde dicta cursos de Humanidades, Cine e Historia. También a laborado como docente en el Recinto de Aguadilla de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, dictando cursos de Literatura. Asimismo ha dictado el curso de Narrativa Puertorriqueña para el Programa de Maestría en Creación Literaria de la Universidad de Sagrado Corazón.


Tiene a su haber los libros El límite volcado: antología de la Generación de Poetas de los Ochenta, publicada en colaboración con Mario R. Cancel (2000), Poesía  Puertorriqueña : Cinco décadas (co editor)  y los poemarios Las formas del vértigo (2001), Frutos subterraneos ( 2007) y Contigo he aprendido a conocer la noche (2011). Su poesía también figura en los volúmenes Antología de poesía puertorriqueña (1993), Maestros desconocidos de la poesía hispanoamericana I (2002), Los nuevos caníbales, vol 2: la más reciente poesía del Caribe hispano (2003) y 1a Antología poética AVBL: edição crítica, publicada en Brasil (2004). Su ensayo “Vargas Llosa y la invención de Alejandro Mayta” aparece en el volumen Proyecciones sobre la novela, publicado por Ediciones del Norte en 1994. Su obra teatral “Harry y la Gorda” fue incluida en Expresiones: Muestra de ensayo, teatro, narrativa, arte y poesía de la Generación X, publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2003. Su poesía, narrativa y ensayos han sido publicados en revistas de Puerto Rico, Estados Unidos, República Dominicana, España, México y Venezuela. En 1989 obtuvo la Medalla de Poesía Francisco Matos Paoli.  Su libro de cuentos Contramundos fue publicado en 2010.





Fué presidente del PEN Club de Puerto Rico en los años de 2002 a 2003. Fue uno de los organizadores de los recitales de poesía De-generaciones, realizados en Ponce, Mayagüez, Caguas y San Juan en el año 2003, y que congregó a más de doscientos poetas de Puerto Rico. Ha dictado conferencias en la Universidad de Columbia (Nueva York), Montaclair State University (New Jersey), Universidad de Pennsylvania, Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, Universidad de Puerto Rico en Humacao, Universidad de Puerto Rico en Ponce, American University en Manatí y en la Biblioteca Nacional de la República Dominicana. En 2006 fue invitado a participar en la XVIII Serie de Poesía Invernal en Boricua College (Brooklyn). Ha participado como invitado de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, en la República Dominicana, en sus ediciones de 2001, 2002, 2005 y 2006, 2011.




Desde 2003 es editor de la revista electrónica Letras Salvajes.

CONTIGO HE APRENDIDO A CONOCER LA NOCHE

Por Ibeth Guzmán
“Contigo he aprendido a conocer la noche” es un poemario reciente del escritor puertorriqueño Alberto Martínez Márquez, en el que se define la noche como un reencuentro entre las recónditas pasiones del ser humano con la soledad existencial que experimenta cuando solo le acompaña la luz de la luna. El propio título sugiere un alguien, una compañía que está camuflada en cada poema; unas veces asume un nombre, otras, una fisonomía, una parte de la fisonomía femenina o una cualidad, unos labios, un suspiro, una voz. Pero, al fin y al cabo, luego de atravesar el libro completo, el lector puede especular una respuesta: la soledad, como una entidad oculta y escurridiza que coquetea juguetonamente con la habilidad intelectual de quien está del otro lado de la página.

La noche no es solo un momento que anuncia un estado de espíritu reflexivo y de autoconocimiento. Es algo más: un personaje que visita al poeta, acompañado de la musa que le provoca evocaciones, elucubraciones y remembranzas de diversas índoles; unas indiscutiblemente eróticas y otras de carácter filosófico. Ese último aspecto dimensionado a una especie de metafísica del eros. Es, en definitiva, una mirada compleja al simple hecho carnal, pues lo analiza en la particularidad de sus componentes para luego rearmarlo en un todo artístico, o mejor dicho, poético.

En este libro no abundan los ejes temáticos. Básicamente todo gira cohesionado entre la noche, el amor, el erotismo y, por último, la revelación de la soledad. Todos estos elementos son contemplados desde una perspectiva que une la sensibilidad con el raciocinio y cumpliendo cada uno una función que supera los límites de la pura materia prima de la creación poética.

La extensión de los temas tiende a la brevedad, aunque muchos de ellos se extienden hasta más de una página. Esta característica fomenta la condensación de ideas y de hechos, así como también el sacarle partido a rasgos, a minutas poéticas que el manejo certero de la brevedad permite explotar a plenitud.
En “Contigo he aprendido a conocer la noche”, de Alberto Martínez Márquez, el lector encontrará poemas que le provocarán sensaciones que van desde la evocación carnal hasta la reflexión más profunda. En sus tres partes están claramente fragmentados los estadíos por los que tendrá que atravesar quien lee para percibir las impresiones que el autor pretende provocar. Su lectura hace que la psique se estimule tanto en su lado frío y cálculador como en su parte pasional.

LAS FORMAS DEL VERTIGO






En Las formas del vértigo y otros poemas, Alberto Martínez-Márquez se revela como uno de los poetas más originales de su generación. Su poesía es una deconstrucción del cosmos, donde los elementos más disímiles y las tendencias más diversas se articulan bajo el signo del agón. Podría decirse que esta poesía está caracterizada por el ludismo, la inconformidad y el escepticismo; sin embargo, también están presentes el deseo, la sorpresa y la reflexión.

Es, por ende, que el propio poeta asume una diversidad de roles: artesano, demiurgo, daimón, fingidor, genio maligno, voyeur....

Es un poemario donde el lector se sumerge en un mar de imagines no tradicionales que describe realidades cóncavas y de diversas formas producidas por el vertigo que provoca su mirada.

Wanda Cosme - Díalogo

Alberto recupera el aire ochentista más militante y ponco (…) el mérito de esta publicación consiste en la recuperación de aquella época como saudade.
José Liboy - Claridad


Esta fascinación con la liquidación de la presunta realidad y su univocidad me parece un logro de este libro.
Mario Cancel - Claridad


(…) es un libro ilustrativo, y un libro hecho para abrir nuevas puertas hacia la existencia y hacia la conciencia.
Mario Antonio Rosa - Claridad

FRUTOS SUBTERRÁNEOS




 


En este segundo poemario de Alberto Martínez Márquez se aprecia una consistente y madura voz lírica, que amarra como raíz esencial el peregrinaje interior y exterior del autor. Obra provocadoramente lúdica, metatextual y ontológica. El poeta se sitúa como una de las principales figuras de la poesía contemporánea puertorriqueña.


"Secuencia de simulacro"


abolido el margen
qué grano de arena se ocultará en el centro?
abolido el centro
qué resquicio de silencio albergará el vacío?
abolido el vacío
qué obstinada añoranza ocupará la noche?
abolida la noche
qué persistente olvido restituirá el margen?










En este segundo poemario publicado el autor reúne cuatro libros escritos entre 1990 y 1992. Una consistente y madura voz lírica amarra subterráneamente, como raíz esencial, el peregrinaje interior y exterior del autor a lo largo de esos años, días y horas. El resultado es una obra provocadoramente lúdica, metatextual y ontológica. El poeta se sitúa como una de las principales figuras de la poesía contemporánea puertorriqueña.

Naturaleza proscrita

en el rastro fluvial de una cebolla
que alguna vez se disputaron los gatos
se han ido amontonando los besos perdidos
que hace tiempo atrás alguien lanzó
a aquel travesti muerto

Ocurrencia o desagravio

las manecillas del reloj
hierven de locura
alguien brota de un nombre
masticado por el aire

CONTRAMUNDOS




La Editorial Isla Negra publicó el libro de cuentos Contramundos, del escritor Alberto Martínez-Márquez (Bayamón, Puerto Rico, 1966). El mismo consta de 32 narraciones breves escritas entre 1990 y 2009, algunas de las cuales fueron publicadas con anterioridad en revistas puertorriqueñas (En jaque, Diálogo, Cuadrivium, El Cuervo, En Rojo) e internacionales (Brújula/Compass, Nueva York; y Novum, México).



Su obra poética a sido publicada en revistas nacionales e internacionales, en importantes antologías puertorriqueñas e hispanoamericanas, y premiada con la Medalla de Poesía Francisco Matos Paoli, en el Certamen Internacional de la Revista Mairena y en el Certamen de Poesía de la Universidad de Puerto Rico, entre otros.



Contramundos está disponible en las siguientes librerías de Río Piedras: La Tertulia, Librería Mágica y Norberto González.


Igualmente, el libro está disponible a través de www.editorialislanegra.com.






Contramundos: irrealidad e infamia


“La escasez de realidad que informan sus ojos no lo desanima”
“factor cero” de Alberto Martínez-Márquez
Dada su desconfianza en torno a la relación del logos con la realidad, Alberto escribe como si se tratara, ya no de un diálogo inútil, si no más bien de un monólogo infructuoso. El interlocutor imaginado no hace falta. Si acepto esa premisa se me facilitarán las cosas. Ahora debo tratar de determinar qué imagino que me dice o me cuenta este escritor. Así salvo la responsabilidad con los tribunales académicos y puedo continuar disfrutando del libro.
Hay algo del retrato de una despiadada inhumanidad en estos textos, casi tanta como la que percibo en la narrativa de Pedro Cabiya y en la de Elidio La Torre Lagares desde sus particulares talleres y con su peculiar instrumentario. Me siento tentado a pensar que Alberto oscila entre un realismo y un irrealismo igualmente sucios, faltos de pulimento como la imagen borrosa que recogemos de las cosas. En ese sentido, la vulgaridad es una virtud. La mejor metáfora de ese emborronamiento oscilante está, me parece en el texto “para llegar a la ciudad de U” (56). Pero el vaivén no es un mero viaje de A hasta B: el narrador se detiene selectivamente en diversos espacios de la curva y desde allí escribe.

Diálogo de infames

El temario a través del cual se mueve, al menos el que yo decido resaltar, confirma la imagen que recojo. El asunto del doble en “la mujer aquí a mi lado se llama Thérèse” (15), anuncia universos paralelos en “esplendor de la trampa” (32), o trasunta el círculo hermenéutico que toscamente sugiere el “cuento de nunca acabar” (17). Se trata de tres maneras de conculcar la realidad.

Diálogo de sordos

La documentación irrealista y su demostración domina. En “franco o el espacio ausente” (16) toma la forma de agujero de gusano o Puente de Einstein-Rosen que ocupa la mesa. Pero en “el otro lado” (45), el empalme lo ofrece la arracionalidad del sueño o de la misma imaginación. El asunto no se queda allí: “tócala de nuevo” (47) vuelve al asunto a través del filme por medio de la figura de tonos grises del Dooley Wilson de “As time goes by”. ¿La voz narrativa es un intruso en Casablanca? Tal vez, tal vez. Me parece que el proceso culmina casi al final del libro cuando Apolodoro de Corinto acaba por destruir la obra magna de su vida en “el fin de la belleza” (61).
La otra pasión de Alberto es el tema de la muerte, la destrucción o el fin de la cosas. Puntea toda la ruta de A a B en la oscilación, esa que definí entre el realismo y el irrealismo sucios. En “ha fallecido” (22) y “poética” (23), se sintetiza en pura anécdota consiguiendo que la duración y la fugacidad se entremezclen de página a página. Vuelve en “el espejo” (27), y en “memorial del humo” (34) alude a Alfred Jarry, el conocido inventor de la Patafísica, una de las más coordinadas burlas de la ciencia y la filosofías clásicas y modernas. Por fin retorna la muerte en la escena de los asesinos, muy a la Ernest Hemingway, muy al modo del Cine Negro, tan bien conseguido en “marsupiales” (66). Allí matar a Rafael es apenas una coda que se insinúa fugazmente al final del texto. La colección, no cabe duda, termina con otra muerte. Cleo Bustos en “el nombre de nadie” (81), es algo así como un Don Guido machadiano. La vocación de insensibilidad y de infamia de Alberto es incomparable.

Unos comentarios y terminaré
Las narraciones de Alberto transitan por el territorio de la sospecha y la incertidumbre. El sabor que me dejan los más extensos de ellos, es el de que degusto la irresolución aunque no sé coomo debo catarla. Me asalta la idea de que nada ha pasado realmente. Se trata del planteamiento teórico de que la ausencia de un relato es funcional. Claro que la organicidad y la estructura, no son una meta del autor y amigo: eso estaría bien para talleres de principiantes. A Alberto parece preocuparle más la inconsecuencia y la anarquía.

La ansiedad por redactar ambas cosas sin lastimar la belleza del caos, se consigue con eficacia en los cuentos “la pelirroja” (48) y “filipek” (62). Se trata de dos joyas de narración transgresiva. El procedimiento recuerda los Short Cuts de Raymond Carver, lo mismo en su versión escrita que en la cinematográfica. Pero la riqueza de lenguaje es muy superior y me sugiere los giros ebrios de Under the volcano de Malcolm Lowry igualmente en su doble versión literaria y fílmica. Digo que me lo recuerda, no que haya sido su modelo: estoy convencido de que leer también es un acto de la memoria inconsciente. La agresión de la pelirroja, una mordida en el pene de su amante, y el doble engaño del Filipek, solo es una excusa contar cosas sin importancia que, sin embargo, llenan todos los días de los seres humanos.

Por último, “cuadros de costumbre” (69) es un ejercicio isabelino a la manera de Pepe Liboy con quien Alberto siempre ha sentido un estrecho vínculo. En el proceso se elabora una curiosa reflexión sobre la narración que se formula de la manera más simple: “Comenzar. Ese es el dilema”. Claro que detrás del texto también parece que aguarda agazapada una dura ironía contra la sensiblería melosa de cierta cultura pueblerina. Yo he hecho ese ejercicio con mi natal Hormigueros y La Torre Lagares lo ha hecho con su Adjuntas. Pero Alberto se encuentra en otra posición. En su caso se trata de un bayamonés insaculado en provincia. El reconocimiento de que las relaciones entre las personas se cimentan sobre los múltiples modos de la ignorancia mutua justifica el cierre del texto: “por primera vez en mi vida me pobló el desasosiego” (78).
Disfruto estos textos de Alberto Martínez Márquez como lo que temo que son: unas murmuraciones pergeñadas al margen de toda lógica. De otro modo, se me haría imposible su lectura.



Tócala de nuevo / cuento de Alberto Martínez Márquez

A la memoria de Dooley Wilson

“Tócala de nuevo,” le dije al pianista al concluir la pieza.
Él me lanzó una mirada despectiva desde el blancor iracundo de sus ojos. No reparé en ello. Insistí que tocara de nuevo la hermosa melodía cuyo título olvidé en algún recóndito lugar de la memoria. El pianista se me quedó mirando con la misma cara de desprecio. Ese gesto me incomodó muchísimo. Así que le increpé al pianista por qué no me había complacido. Yo entendía que ésa era su obligación: complacer a los parroquianos. Alrededor de nosotros la gente comenzaba a impacientarse. El pianista negro se levantó y me dijo:

“Esa línea no le toca decirla a usted… Señor.”
Me intrigó la pausa larga antes de “Señor.” En ese preciso instante, el pianista llamado Sam dirigió su vista hacia el hombre del esmoquin blanco que aguardaba en la barra, obligándome también a mirarlo. Entonces fue que lo comprendí todo. Me di media vuelta y abandoné de inmediato la película. A mis espaldas escuché con cierto resquemor una voz que decía:

“Tócala de nuevo.”

Fue la última vez que oí la hermosa melodía, mientras la oscura e infinita noche comenzaba a engullirme.
Dooley Wilson

POEMAS




EL FIN

en tanto la ciudad celebra

con sobradas muestras de entusiasmo

el exterminio de sus ratas

el flamante flautista de Hamelin

atraviesa sin prisa y con sigilo

la convulsa selva humana

acompañado por una multitud

de niños de rostros desnudos

a los que conduce irremediablemente

hacia las gigantescas fauces que se abren

en la línea más oscura

del horizonte









NOCHE OSCURA DE LA PALABRA


noche oscura
de la palabra
vacío de sueños
el espacio
cesa de anunciar
el porvenir
y en la puerta
invisible
acecha
irremediablemente
el espejo
con fauces
que
retorna






ABDICACIÓN DEL PENSAMIENTO 1


en la estepa alborotada
de la mente
una marejada de huesos repetidos
entierra
mis últimos suspiros



POÉTICAHOMENAJE A EZRA POUND

abandonarlo todo
y nacer (de) nuevo
con el poema
allende la cárcel de la lógica
la ergástula del orden
la mazmorra del sentido
la jaula de la cordura
que la máquina del poema
lo destruya todo
y haga renacer
el éxtasis fecundo
de lo nuevo



ABDICACIÓN DEL PENSAMIENTO 2

ciegos marsupiales de la memoria
tropiezan iracundos por doquier
con incertidumbres propias
y ajenas



INVENTARIO DE LAS PALABRAS

para Felipe Éfrece Moreno
hermano isabelino quien ama más la
literatura que los números

las palabras incrédulas en el ojo vacante del escarabajo
las palabras psicosomáticas y cósmicas de la broma que somos
las palabras intransferibles exiladas en el rumor del objeto
las palabras desvirgadas de las cóncavas faldas bautizadas en la saliva
las dulces palabras sádicas ahogadas en la escritura violenta de la carne
las palabras conjuradas en el delirio soterrado de la mirada
las palabras transmutadas vox populi en las márgenes debatidas del sudor
las palabras que se nutren del fuego de la sangre con sus vampiros de coco
las palabras imprevistas escamoteando los bodegones del silencio
las palabras del grito caosmósico fundido en la historia íntima del extravío
las palabras que fueron y ahora naufragan
en la presencia quimérica
de la otredad





OTRA ALEGORÍA DE LA CAVERNA

anduvo
como una sombra
por el borroso entorno
de su vida
más bien erraba ausente
como la sombra
de la sombra
de la sombra
de la sombra
de la sombra
ídem ídem ídem
de su propia sombra
hasta que el incesante devenir
de concéntricas sombras
terminó por cancelarlo
como si jamás
la presencia de su ausencia
como si siempre ignorado
y sin sombra alguna
el hueco
de lo que nunca fue






LAS MUSAS

tres de mis musas (trabajo me costó convocarlas)
fueron asesinadas a plena luz del día
por una turba de pseudopoetas profesionales
que no comulgaban con mi estética o conmigo
sólo una escapó con suerte
e hizo residencia permanente en el numen famélico
de un prometedor y proactivo
(pero nada poético) agente de seguros
por lo que mi inspiración
se encuentra ahora agonizando
igual que un decrépito fauno de mármol
meciéndiose en el ruedo piojoso del tiempo
desprovisto de cielo
y sin jardín



ABDICACIÓN DEL PENSAMIENTO 3
tuve una idea
y me la robó
el vuelo de un pájaro
que nunca
regresó del cielo